Puerta hacia el Convento de los Dominicos

Un asomo al pasado

Por la puerta enrejada se observa el patio del antiguo Convento de los Dominicos, sede original de la Orden de Predicadores en Puerto Rico.
Su construcción inició en 1522, diez años antes de comenzar las obras para la Iglesia de San José. Por más de 3 siglos, templo y monasterio funcionaron en tándem, estando ambos administrados por  la orden de los religiosos. Múltiples aperturas para puertas y ventanas permitían circular de un lugar al otro. Quedan cicatrices en la pared medianera que discurre a lo largo de la navícula norte, paralela al patio.
En el siglo 19, el gobierno español reclamó los conventos como propiedad del Estado, dejando los lugares de culto a manos de la Iglesia. A consecuencia de ello, la pared medianera que viabilizaba la comunicación entre los dos edificios, ahora los separa. Solo queda esta puerta enrejada. Al cerrarse la iglesia, se privó de la ventilación cruzada.

Sobre la ubicación de la iglesia

Para su convento, los frailes dominicos escogieron el punto más alto al noroeste de la isleta, lejos del centro del poblado, agraciado con brisas y vistas. Tales condiciones cumplieron con las cualidades urbanas que recomendó el Rey Fernando el Católico: “buenos sitios y lugares apacibles” para los religiosos que pasaran a América.

La vida extendida del convento

Al concluir la Guerra Hispanoamericana de 1898 y a raíz del Tratado de París, Puerto Rico pasó a ser territorio de los Estados Unidos. El convento, habiendo estado en manos del gobierno español, se convirtió en sede de dependencias gubernamentales norteamericanas.
En 1960, lo adquirió y rehabilitó el Instituto de Cultura Puertorriqueña, desde donde operó por varias décadas. En 2007 reinauguró como Galería Nacional de Arte, clausurándose en 2013 para realizar mejoras adicionales.