Capilla de San Vicente Ferrer

Las paredes hablan

Una imagen antigua de San Vicente Ferrer, profeta del apocalipsis, domina esta capilla, cuyo muro de fondo se ha dejado sin encalar para revelar los múltiples cambios de que ha sido objeto a través de los siglos.

Arriba se destaca una apertura que, en algún momento, fue tapiada.

Debajo se distingue una puerta que fue cegada en algún momento.
A la izquierda, un arco abocinado fue rellenado parcialmente.
La apertura debajo del arco era utilizada por los frailes, desde el convento, para escuchar a los feligreses que adentro de la iglesia solicitaban confesión.

La arqueologia de la arquitectura

Detrás del dedo acusador de San Vicente se destacan materiales, mezclas y colores diversos y vívidos como terracota, rojo, ocres y marrones. Cada uno da fe de instantes diversos en el devenir de la iglesia.

Estudiaron esta iglesia arqueólogos de la arquitectura, expertos en “leer” las diferentes estratas o capas que vemos en los muros para identificar cuándo fueron construidas y los diferentes materiales que se utilizaron en cada momento.

De los que ayudaron a levantar el templo, muchos nombres se desconocen.

Quien no va de prisa distingue unas figuras en barro dentro del nicho bajo el arco abocinado. Sin cabeza o rasgos distintivos, estas piezas diminutas son obra del escultor puertorriqueño Julián Collazo.
Fueron añadidas como parte de la restauración reciente para reconocer que, a través de los siglos, muchas personas han colaborado a edificar, mantener y proteger el templo, aunque sus nombres han quedado desdibujados por la historia.